21 Aug

No es que sea una persona antisocial, que es la imagen que doy con este título, todo lo contrario, el problema es que llevo demasiados años trabajando de cara al público.

Con 20 años, cara de ángel y voz de niña inocente que acaba de terminar la universidad, cualquier oportunidad laboral te parecía el gordo de la lotería! Pero claro eso era en mi época, ahora salen con 2 másteres, un doctorado y 3 idiomas y poco más te piden tu puesto en la entrevista de trabajo.

Pero ese no es el “point” de esta reflexión ni mucho menos. El caso es, ¿es necesario ser taaaaaaaan antipático, estúpido, maleducado, desagradable, borde, frívolo (y muchos adjetivos más que podrían encajar en la descripción) cuando eres TÚ el que viene a comprar????

Si no tienes un buen día, no te quieres gastar dinero o simplemente lo que te apetece es discutir, queda con tu cuñado!! Pero no le amargues el día a una pobre persona que intenta ganarse la vida ejerciendo su profesión lo mejor posible para dar un buen servicio a sus clientes.

El trato diario con estos personajes acaba amargándote el carácter, hacen que en tu día libre te metas en el sofá con una manta y peli y no quieras verle la cara a nadie.

Si es que no hace falta ni que abran la boca, sólo con verlos entrar por la puerta ya sabes quién te va a montar un pollo, quién sabe más que tú de tu oficio, quién te a va robar 2 horas de tu valioso tiempo sólo para hacer preguntas estúpidas, ¡¡açò no està pagat!!

Pero claro a todo esto tú reaccionas con una sonrisa porque lo dice el protocolo de atención y no seré yo la que se lo salte.

Pues eso, que empiezo a odiar a la gente.


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